El “Nomenclátor de Salto” que cumplió 15 años

A mediados de este 2021 se cumplirán 15 años de la presentación del libro “Nomenclátor de Salto”, autoría de la maestra Estela Rodríguez Lisasola (también poeta y narradora, fallecida en 2015) y el periodista (de Radio Libertadores y Diario El Pueblo) Jorge Pignataro. Aquella presentación se realizó en el Palacio Córdoba y estuvo a cargo del Esc. Enrique Cesio.
Fue de 500 ejemplares la edición, los que la Intendencia de Salto (encabezada por Ramón Fonticiella y en el marco de las celebraciones por los 250 años de Salto) financió y se encargó de obsequiar a distintas instituciones del departamento, especialmente educativas. El resto se vendió en pocos días, por lo que desde entones comprarlo resulta imposible y solo queda la opción de consultar su contenido en alguna biblioteca de esas escuelas, liceos, oficinas.
Resultado de más de dos años de investigación, en sus páginas (160 en total) principalmente se explica la razón del nombre de todo aquello (en la órbita pública) que en nuestra ciudad lleva un nombre: calles, avenidas, parques, plazas, plazoletas, escuelas, liceos… (incluyendo las localidades de Belén y Constitución).
El libro surgió en el seno del Taller Literario “Horacio Quiroga”, que orientaba Leonardo Garet y del que ambos autores fueron asistentes desde su inicio y durante varios años. La idea respondió a la comprobación del vacío existente en ese terreno. Cabe recordar que el Nomenclátor anterior había sido escrito por Ubaldo J. Lemos más de 30 años antes (editado en 1973). De aquellas páginas de Lemos las de Rodríguez y Pignataro fueron muchísimos los cambios: el departamento y en especial la ciudad creció, se agregaron algunos nombres y se cambiaron otros.
Ahora, a 15 años de la publicación, es evidente que los cambios también han sido varios y trascendentes. La suma de nombres como “Gral. Líber Seregni” en una avenida, “8 de noviembre”, “Marosa di Giorgio” o “16 de junio” en calles, son algunos ejemplos.
Los trabajos de investigación de este tipo suelen estar siempre lejos de lo perfecto y acabado. Siempre hay cosas para corregir. Pero además, tratándose de una obra que da cuenta de una realidad cambiante, no solo se trata de corregir lo que ya está escrito sino, además, de ampliar contenidos.
Lo que dejó Ubaldo Lemos en el 73, más lo de Rodríguez y Pignataro hace 15 años, junto a libros de autores como César Miranda y Fernández Saldaña, Eduardo Taborda, Enrique Cesio, Leonardo Garet, o a materiales de gran valor como el Álbum del Centenario, las Actas de la Junta Departamental, etc. son una base sólida para que alguien pueda encarar una actualización. Ojalá que así sea.

 

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