Después de varios meses de calma, la segunda ola de coronavirus empezó a golpear súbita e implacablemente a Argentina.
En abril se triplicaron los contagios respecto al mes anterior y varios referentes del sector sanitario empezaron a advertir sobre un posible colapso del sistema de salud si el crecimiento exponencial del virus continuaba.
Fue en este contexto, después de varios días en los que se rompió ampliamente el récord de casos de covid-19 de 2020, con más de 25.000 contagios diarios, que el presidente Alberto Fernández anunció una serie de restricciones.
Primero, el 7 de abril, prohibió la circulación nocturna entre las 0 y las 6 horas, y las reuniones sociales en domicilios particulares, limitando los encuentros al aire libre a 20 personas, medidas que fueron bien recibidas por gran parte de la población.
Pero apenas una semana más tarde, volvió a aparecer en cadena nacional para informar que había decidido endurecer las restricciones en el Área Metropolitana de Buenos Aires (o AMBA), donde vive el 40% de la población argentina, y donde es más pronunciado el aumento de casos.
Fernández extendió allí la prohibición de circular de 20 a 6 y vedó todas las actividades sociales, recreativas, deportivas o religiosas en lugares cerrados, anuncios que muchos esperaban, dada la situación epidemiológica.
Pero después anunció algo que ningún medio o analista había anticipado y que dejó atónitos a muchos porteños y bonaerenses: dijo que a partir del lunes 19 de abril se cerrarían los colegios del AMBA por dos semanas.
La inesperada decisión provocó una inmediata ola de indignación, con cacerolazos en muchos puntos de la capital y la provincia de Buenos Aires.
Mientras las redes estallaban con comentarios de padres enfurecidos, el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, el opositor Horacio Rodríguez Larreta, convocó a una conferencia de prensa para pronunciarse en contra del decreto presidencial.
“Los chicos y las chicas de Buenos Aires tienen que estar el lunes en las aulas”, declaró el delfín del expresidente Mauricio Macri, quien en 2020 había acompañado los cierres dispuestos por el gobierno nacional.
El intendente porteño anunció que acudiría a la Corte Suprema para frenar el decreto del presidente, afirmando que “el aula más peligrosa de todas es la que está cerrada”.
Este domingo en la noche, Rodríguez Larreta volvió a aparecer frente a las cámaras para anunciar que el lunes habría clases en la capital, luego de que la Justicia ordinaria porteña aceptara el amparo de un grupo de padres para revocar el cierre de los colegios.
Aunque el anuncio y la decisión judicial solo aplicaron a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), fueron celebrados por cientos de padres en la más populosa provincia de Buenos Aires, que también han presentado amparos contra la suspensión de clases allí.
Este lunes, padres y alumnos de decenas de colegios en la provincia realizaron abrazos simbólicos de las escuelas y algunos se trasladaron hasta la quinta presidencial, en el barrio norteño de Olivos, para exigir la vuelta a la escolaridad presencial.
En tanto, el presidente criticó el fallo de la justicia porteña y el ministro de Justicia de la nación lo llamó un “mamarracho judicial” que “sólo tiene una explicación y es política”.