El 14 de julio de 1789, suele ser tomado por la Historia como el inicio de la Revolución Francesa. Ese día, se produce la tan mentada toma de la Bastilla.
Se trata de un hecho principalmente simbólico. La Bastilla era una cárcel que en ese momento recluía a un pequeño puñado de prisioneros, no más de diez, se cree.
Sin embargo, es un episodio que actúa y se mantiene a través del tiempo como símbolo de caída de la monarquía absoluta que asfiaxiaba al país, y como paso fundamental para el inicio de la Revolución.
No solo para los franceses, sino para el mundo todo, significa esta una revolución que encierra todo el sentido de la expresión. Otra Francia nace entonces. Otra Europa y una humanidad en general movida dentro de parámetros diferentes. Desde allí, valga esto solo a modo de ejemplo, será elaborada en agosto de aquel 1789 la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, verdadero mojón en el devenir del tiempo.