Raíces portuguesas de la ciudad de Salto (Por el Dr. Carlos Texeira Varesi)

Raíces portuguesas de la ciudad de Salto (Por el Dr. Carlos Texeira Varesi)

El territorio comprendido entre el Río Uruguay y la Sierra de los Tapes al Oeste, en el actual Estado de Río Grande (Brasil) que se continúa en la Cuchilla Grande (Uruguay),  tiene su comunicación natural con el mundo exterior por ese río. Su curso se cortaba para la navegación al llegar al “Salto”, excepto en las grandes crecientes. Ese mismo accidente detenía el pasaje de los peces, lo que significaba abundante comida todo el año. Eso provocó la existencia de asentamientos humanos en la zona desde hace, por lo menos, doce mil años, según el rescate arqueológico de fines de la década de 1970, previo al llenado del lago de la Represa de Salto Grande, que encontró restos humanos, un taller de tallado de piedras para fabricar diversos instrumentos como flechas, boleadoras y otros, restos de cerámica, piedras labradas con dibujos geométricos, etc.

Las Misiones Orientales

En ese territorio, entre el río Uruguay y la Sierra de los Tapes continuada por la Cuchilla Grande, los indígenas con la dirección de los jesuitas levantaron en los siglos XVII y XVIII las siete Misiones Orientales y las estancias que producían carne para todo el conjunto misionero, que comprendía el sur de Paraguay y partes de los actuales territorios de Argentina, Uruguay y Brasil. Una población de alrededor de ciento cuarenta mil personas que eran indígenas civilizados y a tono con los adelantos de la época. Así por ejemplo, la Misión de San Juan, próxima al río Ijuí, afluente del Alto Uruguay, produjo hierro con el cual se fabricaron herramientas y armas; incluso cañones. También en esa reducción se fabricaron instrumentos, musicales, como guitarras, violines, etc. Incluso un órgano. En ese entonces Buenos Aires y Montevideo no pasaban de dos mil habitantes, cada una. El actual Norte uruguayo, era parte de la gran Estancia de la Misión de Yapeyú, cuyo centro estaba en lo que hoy es la provincia de Corrientes en Argentina.

Las muchas toneladas de yerba mate que las Misiones Orientales producían y exportaban, iban dentro de miles y miles de envases de cueros -provenientes de los ganados de las estancias misioneras- que se transportaban por el Río Uruguay. Por tratarse de cargas voluminosas y de considerable peso, se precisan embarcaciones con una capacidad de carga mucho mayor que la de una canoa común. Para ese tipo de embarcaciones mayores el “Salto” era un obstáculo, salvo en los períodos de grandes crecientes cuando las aguas lo cubrían. El resto del año, necesariamente, debían utilizarse apoyaturas en tierra. De la misma forma se pasaba el “Salto”, aguas arriba, con las grandes cargas de productos, que los habitantes de las misiones necesitaban y no producían.

Ese Salto, como se vería después, transformó el lugar en un punto estratégico, militar y comercialmente.

El Avance Portugués

El vasto territorio que ocupaban las Misiones Orientales, sufrió el empuje de Portugal disputando la frontera Sur de su colonia (actual Brasil) con la de España; y a través de los años se fue apoderando de todo ese territorio que culminó en 1820, al derrotar a las fuerzas artiguistas en la Batalla de Tacuarembó. La frontera entre las dos colonias quedó en los ríos Uruguay y el Plata. El territorio del actual Uruguay, pasó a ser la Provincia Cisplatina de la colonia portuguesa y años después del Brasil independiente.

En 1817, aguas abajo del Salto, Portugal estableció en un promontorio en la orilla oriental del Río, un Destacamento militar para vigilar la frontera, que permaneció hasta 1825, cuando se produjo la Cruzada Libertadora de los 33 orientales, encabezada por Lavalleja.

Nacimiento de la Ciudad

En esos ocho años y en torno a ese Campamento se creó la actual ciudad de Salto. Los soldados portugueses, indígenas y comerciantes fueron sus primeros pobladores. Se efectuó el lineamiento de las calles, el amanzanamiento, el espacio para la plaza, la Iglesia, se adjudicaron los terrenos, se construyeron casas, etc.

Esta ciudad pasó a ser el punto neurálgico por donde pasaba el comercio del vasto territorio entre el Río Uruguay y la Sierra de los Tapes, con el mundo exterior. Ese comercio se mantuvo hasta principios del siglo XX, lo que hizo que Salto tuviera su época de máximo esplendor. Grandes casas comerciales, la mayor empresa de navegación fluvial de Sudamérica que llegó a tener dos mil empleados, astillero, ferrocarril hasta el Cuareim, surgieron industrias, capitales privados instalaron una usina eléctrica con su correspondiente red, con dinero de particulares se levantaron y mantuvieron teatros donde actuaban compañías europeas, surgieron importantes centros educativos, se construyeron residencias suntuosas, etc.

Los “Brasileros”

Como consecuencia de la invasión portuguesa de 1817, al igual que en toda guerra, los vencedores se quedaron con las tierras de los vencidos. Los campos del actual departamento de Salto, que hasta algunos años antes habían sido propiedad comunitaria de la Misión de Yapeyú y de los cuales algunos ya habían sido adjudicados en 1808 por el gobierno español a súbditos suyos, a partir de 1817, por decisiones del Gobernador portugués de la entonces Provincia Cisplatina (Lecor), todos esos campos, mediante los métodos que el mismo dispuso, pasaron a ser estancias de luso descendientes azorianos radicados en el sur de Brasil y de amigos del Gobernador. El personal de esas estancias fueron los indígenas que ya habitaban esos campos y los negros esclavos traídos desde Brasil. La producción de esas estancias se exportaba por la ciudad de Salto y por ahí mismo se importaban los productos que las mismas necesitaban.

Estos luso descendientes azorianos comenzaron a concurrir a la ciudad de Salto y a radicarse en la misma. Aquí se proveían de lo que necesitaban para alimentarse, vestirse, atender la salud, educar a sus hijos, etc.

Todos ellos se identificaban como “brasileros”. Sus descendientes, nacidos en estas tierras, se sintieron uruguayos y algunos descollaron en la vida nacional, al punto que dos de los mismos fueron presidentes de la República: Feliciano Viera y Baltasar Brum.

Bernardino Texeira Núñez y Marcelina Pereira Das Neves Dutra, luso descendientes azorianos, nacieron en Canguçu y Povo Novo (sur de Brasil). Se casaron en Salto, donde tuvieron una estancia en Valentín y una casa en la ciudad. Sus restos descansan en el Panteón Brasilero del Cementerio Central de nuestra ciudad.

La Sociedad de Beneficencia Portuguesa

Un segundo aporte poblacional lusitano en el siglo XIX vino del Portugal continental, que se nucleó en la Sociedad de Beneficencia portuguesa, la cual tuvo cierta actividad hasta mediados del siglo XX. De la misma logré rescatar dos libros de actas y un folleto con sus Estatutos, que están actualmente en poder de Casa Portugal de Salto.

En este aporte tuvo un papel relevante la familia Amorim, proveniente del Norte de Portugal. Uno de sus miembros, Manuel Amorim estableció una Barraca en Alegrete (Brasil) y otra en Salto, identificada con su apellido. Antes de 1840 ya funcionaba esta última, pero alrededor de ese año llegó como administrador de la misma un sobrino del dueño, llamado José Gonçalves d’ Amorim. Un joven veinteañero, que tiempo después se casó con Sofía Regueira, formando una familia con varios hijos. La Barraca desarrolló una actividad comercial muy importante en la economía ganadera del Departamento y en otros ramos. Incluso fue sucursal local del famoso Banco Mauá. Cuando José G. Amorim -ya mayor- se retiró, la Barraca continuó siendo gestionada por sus descendientes y funcionó hasta hace no muchos años.

Además de su tarea en la Barraca, José G. Amorim, fue un personaje muy importante que participó en muchos hechos históricos e impulsó múltiples iniciativas para el progreso de Salto. No en vano una de las calles más céntricas de nuestra ciudad lleva su nombre.

José Gonçalves d’Amorim y Sofía Regueira, recién casados.

José Gonçalves d’Amorim y Sofía Regueira a los 50 años de casados.

Penafiel

En virtud de que José G. Amorim durante toda su vida estuvo en comunicación permanente con su familia radicada en Penafiel, la Barraca fue fundamental para que pudiera venir otro tercer aporte migratorio, en la primera mitad del siglo XX, constituido casi exclusivamente por campesinos sin tierra del Municipio de Penafiel, próximo a la ciudad de Porto. La Barraca los orientaba para obtener trabajo, especialmente con portugueses ya instalados aquí, como Peixoto y Lopes de Amorim (entonces Cónsul honorario de Portugal en Salto), que tenían establecimientos rurales. Estos inmigrantes trabajaron mayoritariamente en los ramos de horticultura y fruticultura. Gente, en general, sumamente pobre, laboriosa, unos cuantos analfabetos, familias con numerosa prole, que constituía una poderosa fuerza de trabajo de bajo costo. En pocos años y con el apoyo del Banco Hipotecario, les permitió a muchos, en este rincón del mundo, cumplir su sueño de ser propietarios de tierra y abrir un futuro mejor para ellos y sus familias. Continuaron e incrementaron una actividad que habían iniciado anteriormente otras migraciones europeas, como la italiana y la francesa en la segunda mitad del siglo XIX, creando todas ellas riqueza para nuestra economía.

Los seis hermanos Ferreira Da Silva que migraron de Penafiel a Salto en la primera mitad del Siglo XX

Epílogo

El conocimiento del pasado trae enseñanzas y permite construir un mejor futuro, que es lo importante. Con este espíritu se escribe este modesto trabajo. Pretende saber un poco más sobre quiénes somos y descubrir nuestros puntos fuertes y los flacos, a la vez que motivar a quienes tienen más versación que la mía, para profundizar en el conocimiento de ese pasado. Hoy, en esta tierra todos somos uruguayos, pero esa raíz histórica está presente en nuestra vida diaria y forma parte de nuestra identidad como pueblo; nuestra forma de ser y de actuar. Basta señalar, que expresiones como el “ta calor” son restos de la lengua portuguesa, que predominaba en esta zona en el siglo XIX y que hoy se conoce como el portuñol, aún más vigente en el Este del Departamento, que algunos denominan lenguaje fronterizo y otros portugués uruguayo. Revelador por demás, es que en Salto no debe existir persona, que, ella misma o alguno de sus antecesores, no luzca alguno de los más de cien apellidos portugueses aquí existentes. Del mismo modo permanecen restos de lo guaraní misionero. Ríos, arroyos y parajes con nombre guaraníes (Uruguay, Daymán, Guaviyú, etc.). Apellidos como Chúa, Cumbay o Yasuiré. Expresiones como el “tres millón”. Y nada menos que el mate, sin el cual los uruguayos no podemos vivir.

Otras inmigraciones europeas como la italiana, española, francesa o de origen germánico, árabe, hebrea o eslava han aportado a la identidad del Salto oriental y su gente. Que somos un pueblo mixto lo ratifican los estudios de ADN que viene realizando el Cenur local de la Universidad de la República.

Mi agradecimiento a quienes me hicieron aportes para este texto Las afirmaciones, valoraciones y errores son de mi exclusiva cuenta.

Carlos Texeira Varesi