El Frente Amplio y los frenteamplistas celebramos 53 años. Una fuerza que surge para defender la institucionalidad democrática frente a una dictadura que se venía y se transforma luego en una opción política que llevó adelante los períodos de gobierno más exitosos para le Uruguay y los Uruguayos de las últimas décadas.
Podríamos centrarnos en resaltar las virtudes de aquellos visionarios que conjugando diversas cosmovisiones lo fundaron el 5 de febrero de 1971, ciudadanos y partidos de bases cristianas y marxistas junto a ciudadanos y movimientos que provenían de los partidos tradicionales; relatar hechos que fueron consolidando un proceso de acumulación política sintetizado en el Tabaré-Nin, que llevó a permanecer tres períodos consecutivos en el gobierno; o focalizar en los múltiples logros de estos.
Es necesario tener memoria. Pero, frente a nuevo ciclo electoral, con elecciones internas, nacionales, departamentales y municipales; con el desafío del futuro que nos interpela y nos obliga no solo a celebrar y conmemorar, sino también a proyectarnos hacia adelante.
Se debe hacer siguiendo las señas de identidad que el mismo Frente Amplio fue construyendo a lo largo de su historia, con el aporte metodológico que impulsó Seregni en su tiempo y con la vocación y sentido del hacer política y del manejo del gobierno que supo darle Tabaré.
Que tiene que ver con las bases fundacionales del Frente Amplio, con el sentido de hacer política, a quienes pretendemos representar, a quienes pretendemos priorizar, que está muy claro porque se basó desde el comienzo en el ideario artiguista con el objetivo de la “pública felicidad”.
Pero también tiene que ver con las formas de hacer política, dónde rescatamos la construcción en colectivo, con la búsqueda del consenso como método de trabajo, donde se apueste a la unidad de acción, pero en el que cada uno mantenga su propia identidad.
Las formas, incluyen también un fuerte compromiso ético de cumplir con la palabra y asumir las responsabilidades. Son la base para construir en conjunto con toda la sociedad un mejor destino para nuestro pueblo y lo que entendemos debe ser el fin de la actividad política que es mejorar la calidad de vida de todas y cada una de las personas.
Por eso, cientos de militantes de todo el país participaron en la elaboración de las Bases Programáticas y no solamente en su aprobación en el magnífico Congreso. Durante más de dos años con discusiones profundas sin eludir los temas complejos y difíciles, permitieron que los frenteamplistas puedan sentirse representados en ese texto que es el compromiso que asume públicamente con todos los uruguayos. Es la palabra empeñada.
Es un programa diferente al de 1971, cuando se fundó el Frente Amplio y al de 2004, cuando se ganó el gobierno por primera vez, porque el mundo y el Uruguay cambiaron y por tanto fue realizado a partir de la realidad de nuestro tiempo para construir futuro.
Uruguay cambió, entre otros motivos porque tuvo gobiernos frenteamplistas, y en ellos hizo crecer la economía por encima del promedio histórico y sacó de la pobreza a miles de compatriotas, brindo oportunidades y garantizó derechos.
Pero está claro que hay problemas que rompen los ojos y que hay que atender ya. Por ejemplo la infantilización de la pobreza o los desafíos que genera el cambio tecnológico en el mundo del trabajo y en la educación. Otros, mucho más tangibles como el problema de la seguridad o las cuestiones ambientales asociadas a las políticas para hábitat y vivienda, que tienen a miles de uruguayos en condiciones deplorables.
Este aniversario, nos debería encontrar dialogando con todos los uruguayos no solo para convencerlos que nos acompañen en las elecciones, sino para construir Políticas de Estado que aporten a la mejora de la calidad de vida de todos nuestros compatriotas y que no sean borradas de un plumazo.
Como obreros de la construcción de la patria del futuro saludamos entusiastamente los 53 años de la fundación del Frente Amplio.
