En notas anteriores decíamos-y lo justificábamos-que estaban dadas las condiciones para que el Frente Amplio (FA) vuelva a ser gobierno. Es más, estamos convencidos que esto es una necesidad para el mejor futuro del Uruguay. También creemos que el cuarto gobierno frenteamplista debe hacer un énfasis especial en el desarrollo del Interior de nuestro país.
Razones históricas que tienen que ver con el colonialismo, la influencia de las potencias imperiales del siglo XIX y principios del XX, así como las opciones de las clases dominantes uruguayas, determinadas siempre por sus propios intereses y su ligazón con poderosos capitales extranjeros, explican el proceso de una economía del sub-desarrollo en nuestro país y también las profundas diferencias de progreso de las diferentes zonas del territorio nacional.
Corregir esto significaría saldar una deuda histórica. Para eso se deberá transitar un camino de desarrollo armónico de forma tal que nacer en algún lugar no determine por ese solo hecho, desventajas insalvables respecto a nacer en otro lugar del Uruguay. El tránsito hacia este deseado y justo objetivo solo lo puede dirigir un gobierno del FA. Para eso fue fundado hace ya 53 años.
Los primeros 15 años de gobierno de nuestra fuerza política dieron señales claras de una vocación de progreso atendiendo esas desigualdades históricas. Para eso las medidas de descentralización, las políticas territoriales, la jerarquización de los gobiernos locales. Pero un cuarto gobierno debe hacer mucho más. El programa aprobado en el Congreso de diciembre pasado tiene los elementos que lo posibilitan.
Cuando hablamos de descentralización pensamos en los gobiernos departamentales y en los municipales. La ley de “descentralización y participación ciudadana” y sus posteriores modificaciones son obra del FA, producto de su concepción. Pero ahora debemos hablar más de la descentralización de las políticas del gobierno nacional. Y eso está contenido en el programa, lo propusimos desde el Partido Comunista en el Congreso como una mención expresa y fue aprobado por unanimidad.
Se deberá entonces promover proyectos de desarrollo productivo específicos para cada zona del país. Para eso el papel del Estado es fundamental. Estos proyectos tendrán en cuenta las condiciones y potencialidades de cada lugar, por tanto el protagonismo local será determinante. Tendremos que hablar y actuar, por ejemplo, mucho más sobre políticas de fronteras, pero estas no solo para atender situaciones coyunturales, como las diferencias cambiarias, sino con una mirada estratégica. Aprovechar las potencialidades que significa vivir en zonas fronterizas para que no pesen solo las dificultades sino las enormes posibilidades que se abren. Tenemos como vecinos dos países con territorios enormes y grandes poblaciones, eso no puede ser un “sufrimiento”, sino todo lo contrario.
Particularmente para Salto y la región puede y debe pensarse en el papel que tendrá que jugar el uso de parte de los inmensos recursos que genera la represa de Salto Grande para impulsar proyectos productivos específicos. Obviamente que este papel debe ser la contracara del clientelismo político absurdo e indignante llevado adelante por los partidos hoy en el gobierno.
Para cada zona entonces, proyectos productivos específicos y de acuerdo a su realidad. Para que valga la pena vivir en cada lugar que nos toque.
Todo esto debe ser acompañado necesariamente de más enseñanza pública en todos sus niveles, más salud, más políticas de vivienda, etc. Pero de eso trataremos de ocuparnos en las próximas reflexiones.
Daniel Dalmao.