El woke en la nación de José Artigas (Por el Arq. Rogelio Texeira)

El woke en la nación de José Artigas (Por el Arq. Rogelio Texeira)

Desde hace un tiempo su usa el término woke en la discusión pública. Literalmente significa desperté y se empezó a usar en EEUU para referirse a quienes estaban alertas y se enfrentaban al racismo, después se comienza a utilizar para designar a quienes enfrentaban otras desigualdades sociales, las de género y orientación sexual, las vinculadas a las posibilidades de acceso a educación, salud y trabajos de calidad y hasta a prestar atención a las problemáticas ambientales y al cambio climático.

Un concepto que ha sido desnaturalizado por personajes negacionistas que lideran algunas de las derechas a nivel internacional como por ejemplo Trump o Meloni, lo que hace que desde pagar impuestos hasta la ONU, pasando por los sindicatos, los hospitales y la educación pública o acciones personales como vacunarse. Este bastardeo que se hace a partir de la cultura de la cancelación, con un violento discurso muy cercano al odio, muchas veces desde las redes sociales o aprovechando su alcance.

Hay algunos coterráneos que están en la misma, haciendo aparecer como culpables de todos los problemas de nuestras sociedades a los más postergados o a quienes pensamos que hay que accionar para superar esas situaciones y estar atentos a las problemáticas que surgen.

Políticos a los que poco les interesan los derechos humanos y que se dedican más a despotricar contra los demás que a tratar de solucionar los problemas de las mayorías.

Una de los aspectos más preocupantes de esta movida es que esos políticos son casualmente acompañados por los más poderosos, por los más ricos actuando en función de sus avaricias personales, para privilegiar aún más a los ya privilegiados. Muchas veces despreciando las minorías, el derecho de cada persona a ser un individuo con vida propia con un discurso que busca homogeneizar y pulverizar las disidencias, a quienes piensan diferente.

Hoy vemos como el hombre más rico del mundo junto al más poderoso están persiguiendo inmigrantes, que en cualquier lugar son quienes están en peores condiciones, son los más frágiles. No es muy de valiente acosar a los más débiles.

Plantea un problema que es ético y moral, que los más ricos y poderosos usen la fuerza de los Estados para perseguir a los más débiles en lugar de usarla para cuidar que no pasen abusos.

Es como si se persiguiera a alguien por robar alguna gallina, pero a los delincuentes de cuello blanco les tocaran penas muy livianas, anecdóticas, como barrer una plaza o quedarse encerrado unos meses en sus mansiones. En eso tiene mucho que ver el sistema de justicia y las notorias diferencias en las posibilidades de acceder que tienen los distintos sectores de las sociedades. Pero sin dudas que la Justicia no empieza en el Poder Judicial, sino en los otros poderes del Estado que son quienes hacen y promulgan las leyes. Seguramente la nueva legislatura que empieza tendrá mucho trabajo en ese sentido.

Está claro que no podemos callar cuando vemos que algunos actores vernáculos replican ese discurso de odio hacia quienes de alguna forma buscan mantenerse alertas ante lo que consideran atropellos y defender o conquistar derechos. No se puede tolerar que quieran aumentar la brecha de género que hace que en el mundo del trabajo las mujeres ganen menos que los varones por las mismas tareas, o eliminar discriminaciones positivas para que sectores sociales que han estado postergados puedan acceder a derechos, con cuestiones materiales como una vivienda digna o no materiales como educación de calidad.

Y para eso nos sirve el legado de José Artigas, el de la fundación de la primera biblioteca pública que demandaba que “sean los orientales tan ilustrados como valientes” y el del reparto de tierras que bregaba para que “sean los más infelices los más privilegiados”.

El tiempo dirá cuan artiguistas somos los uruguayos.

Arq. Rogelio Texeira

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