Entrevista a José Do Nacimento Coelho: inmigrante portugués de 105 años que vive en Salto

Entrevista a José Do Nacimento Coelho: inmigrante portugués de 105 años que vive en Salto

José Do Nacimiento Coelho, nació el 18 de octubre de 1915, en la ciudad de Aguas Frías, Alte Algarve, distrito Consejo de Loulé, en Faro, Portugal.

Fue el segundo de 5 hermanos, sus padres se llamaban Rafael Coelho y Rufina Rafaella Do Nacimento.

En entrevista con Radio Libertadores, recuerda todos los detalles desde su partida de Portugal hace 84 años.

SU LUGAR NATAL Y ADOLESCENCIA

La zona de Aguas Frías era una campaña, con muchas ondulaciones donde se cosechaba trigo, avena, algunas viñas, maíz, y lo que predominaba eran plantaciones de corcho. Los animales que usábamos para las tareas eran bueyes, también teníamos cabras, cerdos y aves de corral.

No fui a la escuela, mi mamá pagaba a una señora que nos enseñaba a leer e iba dos veces por semana, fue poco tiempo, dos años que vino esta señora, por eso aprendí más a leer que otra cosa.

A los 14 años comencé a hacer tareas en el establecimiento de mis padres, trabajábamos todos los hermanos para la familia en común, y además cada uno tenía un trozo de tierra, eso era personal, las ganancias de lo plantado ahí eran para nosotros, porque alimentación y vivienda nos proporcionaban nuestros padres, trabajábamos durante la semana y los domingos salíamos a los lugares más cercanos y a los bailes con amigos.

SALIDA DE PORTUGAL

A los 20 años conversando con otros jóvenes que habían viajado a América y otros a Francia, me interesé por algún día viajar. Le digo a dos amigos que ya habían hecho algunos viajes, y para programar un viaje nos entusiasmamos y a los 22 años decidí viajar a América.

El 19 de setiembre de 1937, partimos desde puerto de Lisboa, rumbo a Brasil, el primer arribo lo hicimos a las Islas Canarias el 21 de setiembre de 1937, desde allí partimos en barco a Pernambuco (Brasil), donde llegamos más o menos entre el 26 y 27 de setiembre de ese mismo año.

Llegamos a Santos ese fin de mes, ahí me contacté con un vecino y amigo de mi padre que trabajaba haciendo agua ardiente, y además era sastre. El que me dijo que mientras no tuviera trabajo tenía posada y comida gratis, cuando empezara a trabajar recién cobraría la habitación donde nos íbamos a quedar, y ahí compre cama, frazadas, sabanas y almohada.

A los 7 días conseguimos trabajo en la selva de Camboriú, yo y mis dos amigos, teníamos hacha, y talábamos los árboles que llevaban al puerto de Santos, el que estaban agrandando en esa época, era el segundo puerto más importante de Brasil, el primero era el de Río de Janeiro.

La changa duró más o menos 1 semana, hasta el 14 de octubre, un compañero era zapatero y en Santos consiguió trabajo, y yo conseguí para cargar camiones de tierra, piedra, más o menos un mes trabajé ahí.

LLEGADA A URUGUAY

De allí de Santos, nos fuimos a Río Grande do Sul, nos trasladamos a Yaguarón, que queda entre Brasil y Río Branco en Cerro Largo, por una semana no trabajamos, después conseguimos trabajo con un constructor que estaba haciendo una casa en Rio Branco, de día trabajábamos y de noche volvíamos a Yaguarón, más o menos 15 días trabajamos así.

Una madrugada nos tomamos el motocar y fuimos a Montevideo, con la idea de pasar a la Argentina, porque queríamos ir a la Argentina, llegamos en época de Carnaval a Montevideo y estaba todo parado, nada de trabajo de obra, de nada y al otro día volvimos nuevamente a Yaguarón, nos alojamos en un hotel y estuvimos 5 o 6 días sin trabajar, y volvimos a Montevideo, queríamos pasar a la Argentina de contrabando porque no teníamos legal el ingreso a Uruguay, y querían hacerlo a nado o en alguna chalana, o alguna lancha, y cuando vimos el rio de Plata, era tan grande que no se le veía la otra orilla, eso no tenía fin y nos dijeron, por acá no podemos pasar, se nos cayeron los brazos.

DESTINO SALTO

Al otro día tomamos un ómnibus, el “Flecha de Oro”, rumbo a Salto, en Montevideo compramos un mapa para ver por donde era el rio más angosto para cruzar a la Argentina. Nosotros seguíamos con la mira de cruzar a la Argentina, llegamos a Salto, más o menos en marzo de 1942 más o menos, fuimos a un hotel con mi amigo que quedaba en la calle Las Piedras y Artigas.

Yo quería conseguir trabajo en chacra y el no quería, conseguimos trabajo en una construcción, y ahí un bolichero que había nos dijo en qué queríamos trabajar, yo le dije que a mí me gustaba la chacra, entonces él me dijo que allí iba un Sr. Antonio de Souza, un chacrero que tenía viñedos y traía a la ciudad vinos para vender.

Por mientras seguimos trabajando en la construcción, y nos quedábamos en el hotel, pero era tan poca la paga que trabajábamos para pagar el hotel y para comer no nos quedaba casi nada. Entonces el constructor nos preguntó si no queríamos ir a quedarnos en un depósito que él tenía, donde tenía todo y no le pagábamos nada en ese depósito, solo teníamos que pagar los víveres, lo que comíamos, y mi compañero y me dice: pero che, yo nunca pelé una papa, y yo le dije, y bueno yo tampoco nunca lavé una cuchara, entonces le dije yo cocino y vos te encargas de la lavada, y así fue, veníamos de trabajar y yo cocinaba y el lavaba lo que ensuciábamos.

En esa changa de la construcción a mí me pagaban 1 peso por día, y a mi compañero como era entendido le pagaban 1,20; la paga era muy poca, no daba para pagar hospedaje y comer.

En esos días vino por el boliche, don Antonio de Souza, a dejar vino como siempre dejaba y el almacenero me presentó y me dijo que vivía en el Tropezón, me preguntó si quería trabajar y yo le dije que sí, y bueno nos arreglamos, me fui para su chacra en Tropezón y me pagaba 18 pesos por mes mantenido, mi trabajo era carpir naranjo, trabajaba en la viña, tenía 2 hectáreas en esa época, de lunes a sábado trabajaba, los domingos era mío, salía a caminar por los alrededores, veía el ómnibus pasar que iba a San Antonio, por la ruta.

Trabajé 5 años con él y a los dos años de haber empezado a trabajar ahorré y me compré un caballo, con montura y todo, y ahí si salí a la Colonia Osimani, a la ciudad, visitaba amigos, siempre los domingos.

Cuando estábamos en la colonia teníamos que venir en carro al pueblo, veníamos a la salida del sol y volvimos a la noche, recorríamos todos los almacenes y verdulerías que se podían, y tratábamos de vender todo para irnos con el carro vacío, y volvíamos con mercadería para el consumo de la familia, bolsa de galleta, harina para hacer pan que se amasaba mucho en esa época. Cuando venía mi mujer traía alguno de los gurises, los más chiquitos, porque a veces daba de mamar y alguno de los más grandes para ayudar a vigilar a los chicos.

Cuando estaba en lo De Souza, cuando era soltero, los días libres salía a recorrer a caballo toda esas colonias por ahí cerca, por los alrededores, y así conocía a muchos chacreros, principalmente los que eran carreristas, desde Tropiezo hasta San Antonio, allí conocí a los Cavalho, Guarino, Guimaraens, Emenegger, Botti, Flores, De María, Médici, Barla, Gabrielli, Etcheverría, Ambrosoni, donde había un almacén de ramos generales, panadería, depósito de granos, y enfrente habían dos hermanos portugueses, Manuel que era soltero y José que era casado, y eran carpinteros, no recuerdo el apellido, pero alquilaban ahí frente a lo Ambrosoni, en la chacra La Malalita, que quedaba ahí en San Antonio

Ahí fui a visitar una portuguesa, en la Colonia Santa Ángela, ella se llamaba María Gloria da Motta. Un domingo el marido andaba para el pueblo, le pregunte si podía desensillar el caballo y me dijo: si es amigo de mi marido puede desensillar, entonces desensillé y hasta el lunes me quede ahí, después que vino el marido me quedé hasta el lunes, conversamos, hablamos mucho de la chacra, la chacra de él era muy grande, recorrimos el lunes toda la chacra, y el pregunta si quería trabajar en sociedad, repartíamos la ganancia en 3 partes, dos para mí y una para él, saqué los ahorros que me quedaban en el Banco de Londres, donde Souza me lo guardaba todos los meses, y ahí compre herramientas y fui a trabajar en la Colonia Santa Ángela 3 años, fue en el año 1948 más o menos, y fuimos socios por 3 años, hasta el 51-52.

De aquí me fui a arrendar una chacra, en esta época conocí a la que fue mi esposa y madre de mis hijos, la chacra que fui a trabajar era del portugués Barros Almeida y ahí formé pareja con ella, trabajamos 3 años, hasta el año 54, de aquí fuimos a arrendar frente a los naranjales Solari, en la calle de Las Tropas, hoy es la ruta del Bypass, aquí más o menos 3 años más, y fuimos a la Colonia Solari, también a arrendar y aquí nacieron 4 hijos. Plantaba boniato, maní, arveja, papa, algunos canteros de maíz, algodón, en esta zona fui el primero que plantó algodón, después plantó José da Rocha, otro portugués.

Me gustaba mucho venir a las pencas o al mano a mano, yo tenía un caballo que se le llamaba Du Vidrio, no corría yo, y apostar apostaba muy poco, el jockey de mi caballo era el “macho” Magallanes.

En la colonia también estuvimos 3 años, hasta el 58, de aquí nos fuimos al Barrio Artigas, a la chacra de los Acevedo, cerca de la cancha de carreras, donde estuve 2 años y medio más o menos y donde nació mi última hija.

De acá nos fuimos al corazón del barrio Artigas, a una cuadra y media de la plaza, alquilamos una casa y seguí trabajando la tierra en lo de Acevedo, después comencé en otra chacra de Fittipaldi Ferrari, y seguimos un tiempo en esta casa de barrio Artigas, hasta que después nos mudamos con la familia a lo de Fittipaldi Ferrari, al principio fuimos medianeros, más o menos 2 o 3 años.

Por el año 67 más o menos, mis padres que todavía vivían en Portugal y ya estaban muy viejitos y querían vender las haciendas, antes que ellos murieran y repartir con sus hijos. Mandaron pasaje y fui a Portugal. Era la primera vez que veía a mis padres desde que salí de Portugal para América, hacia más o menos 20 años que no veía a mis padres, allí tuve que quedarme 11 meses en esa época, porque los terrenos no eran fáciles de vender, las chacras, y los papeles demoraban mucho, trámite para aquí y para allá que llevó mucho tiempo, entonces como eso iba para largo, un familiar me dio mi parte y pude volver a Salto.

La gente acá en esa época decía que yo no volvía más, con el dinero que traje compré esta casa donde vivo hoy, y unos terrenos más, para dedicarme a trabajar por primera vez en mis terrenos, por mi cuenta. Planté frutilla, zapallito, arveja, chaucha, que mandaba con los acopiadores de Olivera, Ferrari, Sabella, Flores, hacia Montevideo, y toda la verdura para la olla.

Después comencé a hacer viveros cítricos, de limón, pomelos, lima, varias variedades de naranja. Desde el almácigo de trifolio para injertar y hacer el pie de la planta, hasta que vino la peste del cangro. Vino una ley que me obligaron a quemar todas las plantas y no pude hacer más, mis plantas no tenían peste, pero como estaban al límite de la contaminación, tuve que hacerlo. Un comprador que era cliente fuerte de mi vivero, llevo hojas para hacer examen, y dio todo negativo, igual tuve que quemar todo. Hice como una pila de plantas y rocié con combustible y quemé todo, esa vez pensé que me moría de tristeza, planté semillas, hice plantas, los almácigos, los cuidé, los vi crecer, y yo mismo destruí todo. ¡Qué dolor!, por las noches no dormía, y el día era amargo, después de esto nunca más hice vivero de citrus, seguí con lo demás, hasta hace 20 años atrás el año que perdí a mi esposa en el año 2001, yo tenía 86 años, y ahí ya era un poco difícil, porque se pobló todo para el fondo y la gente robaba mucho. Ese fue el primer año que me hice un examen al corazón y exámenes de sangre, porque me agarré una gripe muy grande y el Dr. no podía creer que nunca me había hecho ningún examen.

Y ahí lo que hacía era vender lo que tenía plantado, los limones y mandaba para Montevideo eso, pero ya no plantaba más, hacía unos años atrás que me habían dado una pensión, y con alguna otra cosita me mantenía. El montecito de naranjas era chico, pero para algo daba, hasta que tuve que cortarlo todo porque se formó un barrio de gente muy, muy rastrilla y entraban a llevar todo, entonces no plante más, y de ahí a esta fecha estoy acá, acompañado de hijos, nietos, bisnietos, tataranietos, y mucha gente amiga que conseguí a lo largo de la vida.

LA FAMILIA

La familia que tengo acá es muy grande y siempre me rodea uno u otro cuando se puede, porque unos viven en Montevideo, otros en Buenos Aires, otros en Portugal y en Maldonado, nietos, hijos y bisnietos viven por esos lugares, y cuando se puede en algún cumpleaños o navidad en esas fiestas, vienen siempre unos cuantos, ahora hace rato que no nos vemos por esto del bicho (coronavirus) que anda por ahí.

Hoy tengo 6 hijos, 21 nietos, 45 bisnietos y 9 tataranietos. En total somos 75 personas de mi sangre, y 30 personas que son las esposas de mis hijos, los esposos de mis hijas, de mis nietos y de mis bisnietos. Hace unos 8 años que perdí un hijo, y hace 1 año y poco perdí una nieta.

Tengo un bisnieto que se fue a Europa, se fue a Portugal, se comunicó con la familia allá, y mi sobrino nieto le consiguió trabajo y el llevó su familia, su señora y sus hijitos, y trabajan allá, están muy bien, están contentos.

Si hoy nos fuéramos a reunir seríamos 101 personas, es bastante difícil por la distancia. El año que nos juntamos más fue cuando cumplí 100 años que vinieron también 3 sobrinas de Portugal y una sobrina nieta.

Yo fui a Portugal dos veces con mi hija menor, Raquel, fue en el 2005, fuimos los dos solos, y la segunda vez fue ella con su hijo y yo, en el 2010. En esa fecha no encontré a ninguno de mis amigos, ya todos eran fallecidos.

En uno de esos viajes fui a una casa de salud a visitaron a dos primas hermanas, pero ellas no me reconocieron porque estaban muy mal de salud, y allí mismo, encontré a una novia que había tenido antes de venirme para Sudamérica, y me acerqué a ella y me reconoció, se acordaba bien quien era yo. Hablamos bastante rato, ella estaba ahí porque no tenía donde estar.

En esos viajes pude ver a mi hermano y me hermana con vida, y muy bien estaban los dos, cuando fui la segunda vez ya mi hermano había fallecido, mi hermana sigue con vida, tiene 95 años y está muy bien de salud, mis nietos nos hacer hablar y vernos por intermedio del teléfono.

Don José Do Nacimiento Coelho, en octubre de este 2021 cumplirá 106 años y anhela hacerlo rodeado de hijos, nietos y todos sus familiares.

……………

Agradecemos la colaboración de Carlos Texeira por el nexo con familiares de Don José, que permitieron realizar esta entrevista.

También al colega Pablo Silva Chiriff (Salto Noticias) por su aporte en la desgrabación de parte de la entrevista

19 de agosto de 2021

Un comentario en «Entrevista a José Do Nacimento Coelho: inmigrante portugués de 105 años que vive en Salto»

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