No es novedad para nadie que en Salto hace calor y se hace insufrible andar en las horas de sol, especialmente en los días de calor extremo, no escapa a nadie que en Salto necesitamos más sombra.
Algunas vivencias en los últimos días me llevan a plantear el tema. Caminé al rayo sol por Reyles; encontré una Tipa talada en la Plaza Artigas, (capaz fue la tormenta, pero el tronco parecía sano), descubrí el desmonte en la costa del Ceibal desde el Parque Harriague hasta la Morcilla. Aunque luego replantaron, había desaparecido toda la sombra del kilómetro 4 en el Barrio Uruguay y parte de la Avenida Oribe.
La vegetación urbana tiene muchos beneficios: genera sombra, mejora el confort térmico, captura gases de efecto invernadero, conforma biodiversidad, si son frutales alimentan a nuestra fauna autóctona, etc.
Según algunas investigaciones, ayudaría a disminuir unos 8 grados la temperatura media de verano. El contador de UTE agradecido.
La situación climática exige algunas definiciones, porque hay que plantar los indicados, son seres vivos y sufren las condiciones extremas, necesitamos especies que soporten mayores temperaturas, menos agua, más vientos y lluvias intensos y hasta inundaciones.
Elegir según el tamaño y morfología del árbol, el destino (vereda, plaza, parque, costa, etc.), el espacio que tendrá, la velocidad de crecimiento y la resistencia a condiciones muchas veces negativas para su desarrollo, etc.
Hay que estudiar y proyectar en forma previa, no aporta plantar lo primero que se encuentra en el vivero.
Las especies nativas tienen grandes ventajas, están adaptadas al clima, al suelo y a la fauna autóctona y ayudan a mantener el equilibrio ecosistémico y no se convierten en invasoras. En espacios sin mayores restricciones como avenidas, parques y plazas, costaneras y arroyos, con nativas se generarían corredores biológicos.
Nuestra zona fue originalmente, según cronistas del Siglo XIX de monte muy tupido. Sin embargo Salto ha estado en un constante plantar, remover y volver a plantar. Da la impresión que cuando los árboles dan buena sombra son sustituidos por ejemplares jóvenes.
En algún momento porque, cuentan Fernández Saldaña y Miranda su ordenación no respondía a los cánones estéticos del momento[1]; otras porque levantan la vereda, o sin talar se tronchan porque molestan al tendido eléctrico. Ambos necesarios, pero para reparar la vereda o mover los cables se necesitan algunas horas de trabajo y para tener un ejemplar adulto bajo los cuales protegernos o poner el autito a la sombra se necesitan años.
En ocasiones se eligieron especies no adecuadas para su uso en diferentes lugares o fueron un problema porque son invasoras y degradan el ecosistema.
A la vegetación hay que cuidarla, de los depredadores humanos, pero también de plagas u hormigas y como cualquier ser vivo necesitan agua y alimento que extraen del suelo, pero a veces es insuficiente.
Todo esto lleva recursos, algunos que no controlamos como el tiempo o que se caen hojas y flores, pero también recursos humanos capacitados para todo el proceso, definir proyectos, producirlos en vivero, trasplantar al lugar definitivo, cuidarlos, podar y mantenerlos en condiciones y recursos materiales, herramientas, maquinarias, etc. Básicamente tiempo y dinero.
Los resultados demoran, pero ¡qué disfrutable es la inmensa floración amarilla de los Ibirapitáes presentes hace algunos años en avenidas y costaneras!
A finales de otoño empieza la época de plantar y podar, deberíamos prepararnos y llegar en tiempo y forma.
Cuanto mejoraría la calidad ambiental de Salto si cuidamos de la infraestructura verde. Esperamos que sea una prioridad en los hechos, no solo en el discurso.
Arq. Rogelio Texeira
Ex Director de obras I. de Salto; Ex Delegado uruguayo ante CARU
Fernández Saldaña, J. M., & Miranda, C. (1920). Historia General de la Ciudad y el Departamento del Salto. Montevideo: Ateneo de Salto.
