La tierra volvió a hablar (Por el Arq. Rogelio Texeira)

Hace pocas horas se encontró otro cuerpo en el Batallón 14, otro enterramiento clandestino a pocos metros de donde antes habían encontrado los restos de Amelia Sanjurjo del Maestro Julio Castro y de Ricardo Blanco. Todo hace indicar que se trata de otro detenido desaparecido.

Como lo explicó la coordinadora del grupo de antropólogos forenses, Alicia Lusiardo “hay un patrón en común en términos de profundidades, en términos del uso de la cal…”. Este patrón común confirma que fue parte de un plan sistemático, pero no solo en la forma que hicieron los enterramientos, sino en el objetivo de desaparecer los cuerpos de forma que nunca se encontraran y si algún día encontraban algo no se supiera de quien se trata.

Esta vez, las imágenes son brutales y nos permiten distinguir muy claramente las partes del cuerpo. Vemos los dos fémures en dos cavidades que antes ocuparon los muslos, que ya no están, pero que seguramente siguen hablando.

Quienes, actuando como vemos en las películas de la mafia, del crimen organizado, enterraron una persona boca abajo y la cubrieron con cal para que se destruyera más rápido su carne y despareciera. Nunca se imaginaron que esto ayudaría a conservar los huesos de donde sacar muestras de ADN que, permitirán saber de quién se trata. Además, como si eso fuera poco, lo taparon con hormigón.

Hechos repugnantes desde todo punto de vista; indignante porque estas monstruosidades se hicieron desde el Estado. Aquello que Batlle definió como “escudo de los débiles” y algunos trogloditas transformaron en verdugo de quienes pensaban diferente.

Algún desubicado argumenta, cual niño de jardinera que antes esto o lo otro, otros hablan de dos demonios, otros niegan los hechos y llegan a llamar presos políticos a los responsables de esos brutales acciones. Individuos estos, que tuvieron la oportunidad de ser juzgados con todas las garantías por una justicia independiente.

Pero además de indignantes, estas aberraciones fueron ilegales y por eso los juzgaron y están presos, porque el accionar de un Estado de Derecho debe ser dentro de la Constitución y las leyes.

A esto se suma que los hechos, esos actos atroces siguen ocurriendo, los desaparecidos siguen desaparecidos, los familiares siguen buscando, y acompañadas por organizaciones sociales y de derechos humanos lo seguirán haciendo y mostrándonos el camino seguirán reclamando por memoria, verdad y justicia. A ellos el Estado les debe el acelerar el paso para que, al menos puedan saber dónde están sus seres queridos.

Quienes saben lo que pasó y tienen la información de dónde están siguen en silencio, ni siquiera han tenido la dignidad de decir dónde están los cuerpos. Incluso muchas veces han mentido, dando información errónea.

Información, que tenemos el convencimiento que está porque las desapariciones en Uruguay fueron en su enorme mayoría para encubrir las muertes producidas en la tortura que al igual que los enterramientos se hicieron con personal militar. Fuera en los cuarteles o en otros lugares donde se trataran de esconder los cuerpos, estamos convencidos que de eso hay registro, porque en los organismos públicos, y especialmente en las fuerzas armadas no se hace nada sin orden y sin registrar. Lamentablemente quienes lo saben han actuado como pusilánimes y les ha faltado valentía para decirlo.

La tierra volvió a hablar lo que durante mucho tiempo otros han callado. La verdad, tarde o temprano, aflora.

Arq. Rogelio Texeira

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