Los ingleses en el Salto

Por el Embajador Pelayo Díaz Muguerza

Creo que po4co o nada se ha escrito sobre los ingleses en nuestro Departamento, y cuando hablo de ingleses no discrimino acerca de la proveniencia de que parte del Reino Unido llegaban.
Puedo afirmar que en 1841 había un matrimonio de escoses, con dos hijos, uno nacido en las “Américas Británicas” y el otro en Brasil.
El señor se dedicaba al comercio de madera desde la provincia de Misiones, utilizando una barcaza.
A través de una carta del botánico y naturalista francés Aimé Bonpland dirigida a M. Jean Abadie, se da cuenta del fallecimiento del Sr. Frederic Fearnley para que se le avisara a su viuda, Margaret Bruce Fearnley e hijos, Joseph y Federico.
José Fearnley se instala en la ciudad, en una casa que aún está en pie y que sus descendientes vendieron en los años sesenta.
Sólo tuvo hijas mujeres y el apellido se perdió.
Se dedicó a la cria de lanares, en sociedad con un vecino del Salto de vieja data, en la zona de Palomas, donde criaba lanares de la raza “rambouillet”, pero que, al fallecer muy joven, no llegó a formar una familia numerosa.
Una de sus hijas quedó en esa localidad y la otra fue a vivir a una estancia en Cuaró, donde falleció siendo niña.
No tengo constancia de otras familias de origen británico en el Salto hacia la década de 1840/50. No obstante, por anécdotas familiares era usual que llegaran al puerto barcos con bandera y oficialidad inglesa que eran recibidos por la Sra. Bruce, para entonces vuelta a casa con un ciudadano brasileño.
Luego de la Guerra Grande llega el señor Williams, a quien el Gobierno nacional, como pago de las deudas contraídas con el llamado Gobierno de la Defensa durante el Sitio de Montevideo, le adjudica tierras desde el río Daymán hasta el arroyo San Antonio. Una enorme propiedad, que rodeaba la incipiente ciudad, por esos años llamada Villa del Salto.
La familia Williams tuvo una destacada actuación en el medio, y apoyó a la comunidad inglesa a través de la donación de la Iglesia Anglicana y el Cementerio Inglés.
Más o menos por esos años comienzan a llegar inmigrantes procedentes, mayoritariamente, desde el puerto de Liverpool y de origen escocés, que venían a dedicarse a la cría de lanares.
Los Jones, los Fletcher, los Weston y otros cuyos nombre no recuerdo, por sus entronques con otros inmigrantes o porque se han extinguido sus estirpes.
Otra motivo para la llegada de “ingleses” fueron los astilleros del Sr. Saturnino Ribes. Uno de sus altos funcionarios, el Sr. Thomas Hardy era inglés y fue tutor de los hijos del Sr. Fearnley.
El Sr. Hardy no dejó descendencia y su residencia fue luego ocupada por la escuela del Cerro.
Hacia 1870, capitales ingleses compran la Compañía Liebig’s en lo que ahora es Fray Bentos, así como las enorme estancias Bichadero y Nueva Mehlen, ubicadas en campos que fueron otorgados por la Corona española a D. Francisco Martínez de Haedo y Bayo en el S. XVIII.
Esta importante inversión inglesa en nuestro país, llevó a la instalación, años más tarde, del saladero y luego fábrica de industrialización de la carne, a la que bautizaron “La Conserva”, que quedó también con el saladero “La Caballada”.
Para administrar esas empresas llegó al Salto la familia Dickinson, que todos recordamos por haber dado el nombre a nuestro estadio de fútbol.
La instalación de la línea férrea entre Salto y Bella Unión, trajo técnicos y personal especializado desde el Reino Unido, entre los que puedo citar a las familias Potter y White, con descendientes que aún viven en nuestra ciudad.
Esta inversión a través del Ferrocarril Noreste y del Norte, puso de manifiesto hacia 1870 el interés comercial de los capitales ingleses en afirmar el comercio de mercaderías de y hacia el Brasil, a través del puerto del Salto.
Tal el caso del Ing. Roberto Wilkinson, alto funcionario de los ferrocarriles, quien realizó los planos para el Teatro Larrañaga y del que después no se han tenido más referencias.
Fueron los Dickinson y los Armstrong (familia de barraqueros instalados en el Salto y entroncados con viejas familias locales), junto con los altos funcionarios ingleses del ferrocarril, los que enseñaron a jugar al fútbol a su personal y a los jóvenes de la sociedad salteña, reunidos en el “Club Juventud Salteña”, estos últimos y los obreros en lo que luego pasó a denominarse “Club Ferrocarril de Football”.
Asimismo, siguiendo los principios inculcados a la juventud victoriana, los ingleses también introdujeron el tennis y fundaron el “Lawn Tennis Club”, en la sede que hoy ocupa el Club Ferrocarril. “Mens sana in corpore sano”.
Y también hicieron que muchas de las ilustres familias salteñas
dejaran el mate de la tarde por el té, adoptando desde entonces el “five o’clock tea”-
Luego llegó el Banco de Londres y Río de la Plata, con gerentes ingleses, y que tuvo un importante rol en el desarrollo de la industria saladeril y de conservas de carne.
La Conserva y La Caballada estuvieron en manos inglesas pero luego fueron adquiridas por capitales locales, partiendo los técnicos extranjeros.
Muchos de los gerentes de la compañía de ferrocarriles y luego del Banco de Londres y el Río de la Plata, tampoco echaron raíces en esta zona y volvieron a Inglaterra o se instalaron en la capital.
Es decir, entonces, que vemos varias vertientes para la instalación de súbditos de Su Majestad Británica (HBM) en nuestro medio.
El primer caso, creo que aislado, fue el de ese comerciante en madera vinculado al transporte fluvial
Luego vino sí una corriente migratoria, la de los ganaderos y la tercera, la de los técnicos y obreros de los ferrocarriles y saladeros. En estos dos últimos casos la presencia fue efectiva y permanece en nuestra sociedad.
Un caso particular es el del Sr- Jonathan H. Jones, quien habría llegado muy joven a nuestra sociedad, donde se dedicó a la ganadería y cría de lanares, contrayendo matrimonio con la hija de otro escosés, fundando una estirpe que se prolonga hasta nuestros días.
Mister Jones, como era conocido por todos los salteños, fue un personaje ejemplar en el medio, benefactor en nuestra ciudad, a través de la Iglesia Anglicana y el Ejército de Salvación.
Y finalmente, permítaseme recordar a la involvidable Miss Violet M. Sharp, primera Directora del Instituto Anglo-Uruguayo, profesora de inglés en el Liceo Departamental, que formó a varias generaciones sallteñas en el mejor y más completo conocimiento de su lengua materna.

Fotos: Del Museo Itinerante. Colección Flia. MURGUÍA

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