La subsecretaria de Educación y Cultura, Ana Ribeiro, señaló que, durante el Holocausto, la ciencia y la tecnología de un país moderno y racional fueron puestas al servicio del exterminio. “Desde el Uruguay, lo recordamos, sin olvidar el orgullo con el que nuestro Estado ha defendido siempre, a lo largo de su historia, la tolerancia, que es la clave para intentar que los horrores no vuelvan a repetirse”, dijo.
El 27 de enero de 1945, las tropas soviéticas liberaron el campo de concentración y exterminio de Auschwitz. En el año 2005, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró esa fecha Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
Ribeiro consideró, en el mensaje emitido de forma simultánea por radio y televisión, que los horrores han sido una triste constante en la historia y no dejan de estar presentes en la actualidad. El recuerdo específico del Holocausto se debe a que, en esa oportunidad, se sobrepasó un límite, situación que llevó al filósofo alemán Theodor Adorno a decir que después de Auschwitz no se podría volver a escribir poesía, agregó.
“Lo que allí se vio fue un Estado moderno, racional, pujante, con una ciencia y una tecnología que rara vez se había visto antes en el mundo, todo ese poderío puesto al servicio del exterminio”, señaló la jerarca. Todo ello estuvo basado en un concepto de superioridad humana que implicó que los judíos, homosexuales, gitanos y todos aquellos que se opusieran al poder del nazismo debían ser exterminados, añadió.
Asimismo, recordó que los cuerpos de las personas asesinadas se utilizaron en el ámbito industrial: se produjo fieltro con sus cabellos y abono con sus huesos, se usó el oro de las molduras de sus dientes y también la piel, con la que se hicieron forros de libros y tarjetas de navidad.
Con las víctimas, también se llevaron a cabo experimentos científicos. Se testeó cuántas quebraduras soportaba un fémur, cuál era la reacción de los humanos ante el congelamiento, si se podían desteñir las pupilas para obtener ojos celestes y el uso de gases para enloquecer, entre otras atrocidades, expuso.
Lo que allí se vivió convenció al mundo de que eso debía recordarse. “Adorno se equivocó y se volvió a escribir poesía”, manifestó Ribeiro. Pero, sobre todo, en 1948 se redactó la Declaración Universal de Derechos Humanos, en cuyo primer artículo se estableció que todos los seres humanos nacen libres, con los mismos derechos y la misma dignidad, indicó.
“Desde el Uruguay, lo recordamos, sin olvidar el orgullo con el que nuestro Estado ha defendido siempre, a lo largo de su historia, la tolerancia, que es la clave para intentar que los horrores no vuelvan a repetirse”, concluyó.