En la mañana de hoy, la atención se centró en una conferencia de prensa destinada a presentar al nuevo director del MIDES Salto. A primera vista, este evento podría parecer un acontecimiento rutinario. Sin embargo, al analizar la situación más a fondo, surge una pregunta ineludible: tras tres años y medio de gestión, asistimos al cuarto cambio en la dirección del MIDES en Salto.
El relevo de directores – Florencia Supparo, Aquiles Mainardi y María Eugenia Taruselli- asumiendo ahora, Juan Andrés Machiavello, plantea una interrogante inquietante: ¿Qué está sucediendo? La necesidad de buscar un nuevo perfil para liderar esta institución sugiere una falta de preparación que merece una reflexión más profunda.
La promesa inicial de refundar el MIDES se ha desvanecido ante nuestros ojos. Dos Ministros han pasado por la institución, mientras que Salto ha tenido cuatro directores en un período relativamente corto. Lamentablemente, esta rotación no ha evitado el continuo incremento de la vulnerabilidad entre nuestra población: personas en situación de calle y niños que padecen la pobreza son testigos silenciosos de esta realidad.
Resulta desconcertante que, bajo esta administración, la anterior Directora no reconozca a las 3000 personas que dependen de las ollas populares para alimentarse. En lugar de asumir la responsabilidad de atender las necesidades de nuestra comunidad, el MIDES parece estar esquivando su deber y compromiso. El apoyo que esperábamos encontrar en esta institución ha resultado esquivo y distante.
Nos cuestionamos: ¿Cuál es realmente el perfil que buscan para dirigir el MIDES en Salto? Y aún más preocupante, ¿cuántos años más requerirán para encontrar a la persona adecuada? Mientras tanto, parecen estar utilizando a nuestra comunidad como moneda de cambio en el juego político.
Es imperativo abordar esta situación con seriedad y responsabilidad. Los cambios constantes en la dirección del MIDES no hacen más que acentuar la crisis que atraviesan las personas que más lo necesitan en nuestra ciudad. Llegó el momento de un compromiso genuino, de construir una base sólida que permita abordar los desafíos sociales con eficacia y empatía. Solo entonces podremos afirmar que estamos preparados para enfrentar las necesidades de nuestra comunidad con la seriedad que merecen.