En el corazón del desarrollo democrático está la memoria, la justicia y el compromiso con la verdad. Y en ese camino, los gobiernos locales tenemos un papel insustituible: debemos ser impulsores de una ciudadanía activa, consciente y profundamente comprometida con los Derechos Humanos. No es una tarea exclusiva de los organismos internacionales ni de los tribunales: es, también, una responsabilidad cotidiana de cada comunidad organizada, de cada barrio, de cada institución educativa y, sin dudas, de cada gobierno departamental.
Días atrás, en la Universidad de la República (Cenur Litoral Norte), tuvimos el honor de participar en la presentación del libro “Los nietos te cuentan cómo fue”, junto a sus autoras, Analía Argento y Mariana Zaffaroni Islas. En sus páginas, laten las voces de quienes fueron niñas y niños durante las dictaduras del Cono Sur, nietos y nietas que crecieron buscando verdades, hilando recuerdos, recuperando identidades y reconstruyendo vidas.
Este encuentro no fue un acto más. Fue un recordatorio profundo de que los Derechos Humanos no pueden ser abordados en compartimentos estancos. La memoria, la justicia, la educación, la equidad social y económica, y la participación ciudadana deben caminar de la mano, si queremos construir comunidades más justas y resilientes.
Nuestra presencia allí, como diputado reelecto y candidato a la Intendencial, respondió a ese compromiso. Apoyamos la actividad con entusiasmo, conscientes de que instancias como estas son parte fundamental de una ciudadanía crítica y de una democracia sólida. Agradezco a la Universidad de la República y a nuestra Comisión de Programa, que impulsó esta iniciativa, por hacer posible este espacio.
Pero hablar de Derechos Humanos es también hablar de condiciones de vida digna, de empleo, de participación y de acceso equitativo a oportunidades. Por eso, el mismo compromiso lo llevamos al fortalecimiento del cooperativismo local, una herramienta clave para democratizar la economía y ponerla al servicio de la gente.
Recientemente compartimos un conversatorio con la Mesa Intercooperativa de Salto y CUDECOOP, donde debatimos los desafíos y el enorme potencial del cooperativismo en nuestro departamento. Allí reafirmamos que las cooperativas serán parte esencial de nuestras políticas públicas. Porque no hay verdadera inclusión sin una economía que contemple a todas y todos, y eso solo es posible si trabajamos codo a codo con quienes construyen desde lo colectivo.
Este enfoque integrador también guía nuestras obras públicas. La propuesta de bituminizar mil cuadras de Salto no es solo una mejora en infraestructura: es una apuesta directa a la dignidad de los barrios, a la equidad territorial y a la mejora de la calidad de vida de miles de familias. Al mismo tiempo, redoblamos esfuerzos para atender la situación del empleo juvenil, conscientes de que el acceso al trabajo es un derecho fundamental y una de las principales llaves para la inclusión social de nuestras nuevas generaciones.
En cada acción, en cada encuentro, reafirmamos una convicción: la promoción de los Derechos Humanos no puede limitarse a discursos o conmemoraciones. Debe ser práctica viva, guía de gobierno, compromiso diario. En Salto, ese es el camino que elegimos. Por la memoria. Por la dignidad. Por el futuro. Los derechos humanos de manera transversal serán parte de nuestra gestión departamental.
Álvaro Lima
Intendente de Salto