¿Quién es el adversario? (Por el Mtro. Ramón Fonticiella)

¿Quién es el adversario? (Por el Mtro. Ramón Fonticiella)

Publicado en La Prensa – Salto, 11/07/2022

En la izquierda uruguaya, por lo menos en la doméstica de Salto, existe una aseveración que se ha dado como axiomática: “el adversario es la derecha”. Algunos más radicales hablan de que “el enemigo es la derecha”. No llevo esta última frase, porque en política, en un país democrático, hay adversarios, pero no enemigos; no estamos en guerra, no perseguimos eliminaciones personales o ideológicas; pretendemos que nuestra forma de concebir la sociedad, sea considerada la mejor y por eso tenemos adversarios. De verdad ¿quién es el adversario?. Estoy convencido de que no se trata sólo de la derecha o del conservadorismo.

Me considero una persona de izquierda, que evolucionó con el mundo. De cualquier forma estimo que la llamada “derecha” no es el único adversario, tal vez ni siquiera el más importante en el camino hacia la utopía. Evolucionar hacia un “hombre nuevo”, capaz de construir y sostener una nueva sociedad, sin diferencias entre ricos y pobres en el acceso a los bienes comunes, tiene mucho más vallas que las que impone el pensamiento conservador.

Una visión absolutamente personal, después de militar en la Democracia Cristiana casi desde su fundación en Uruguay hace sesenta años, me lleva a pensar que el peor adversario es el encubierto, que simula ir en pos de la reseñada utopía, pero en verdad sólo procura fines de ventura o riqueza personal, de afán de poder, de búsqueda de honores o similares en bajeza ética.

Por esa razón es que, al final del camino, afirmo que tal vez pueda consensuar con los llamados derechistas, pero bien intencionados en la búsqueda del bien común; al fin de cuentas si nos consideramos humanistas, desprovistos de intereses perversos, podremos encontrar puntos de contacto para cambiar beneficiosamente la sociedad; sería una forma de construir democracia, con respeto por los ideales, como ha ocurrido en el Frente desde su fundación.

Lo que no podré es inclinarme ante quienes pongan métodos y finalidades ajenas al “hombre nuevo y sociedad más justa”.

En ese núcleo, cual círculo malo del Inferno de Dante, coloco a quienes usan a las personas para sus necesidades propias, arrojándoles migas aunque los convenzan de que son manjares, sometiéndolos a la vergüenza de ser serviles por un empleo o un terreno. Ese grupo, aunque se autodefina de izquierda, será para mí un adversario, contra el que trabajaré constantemente.

No creo que haya términos medios o maquillajes. La cosa no es entre la izquierda y la derecha; lo sería si todos los alineados en el primer grupo hicieran planteos y obraran conforme a la construcción de personas políticas que no fueran atraídas por la temporaria bonanza personal. No comparto algunas posturas como “mejorar en algo la vida de los más pobres”, a costa de someterlos a vivir al margen de la ley (en sentamientos por ejemplo). El “hombre nuevo” debe ser motivado a trabajar en la legalidad y la construcción de su destino (o de su casa en propio terreno, por ejemplo). Otros caminos son maquillajes de un conservadorismo disfrazado.

Ser de izquierda es perseguir mejor vida para todos. Aunque se pierdan elecciones.

Mtro. Ramón Fonticiella

 

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