¿Quién puede olvidar las huellas? (Por Pablo Sánchez)

…La ruina es el objeto más la memoria del objeto, el objeto consumido por

su propia memoria. (…) es el objeto convertido en huella común, el objeto

ingresado en la Historia. De él mismo y de todo lo que, cada vez más, se

enlaza a él. Es el objeto devenido esponja histórica, acumulador de

memoria…

Según Foucault el cuerpo está inmerso en un campo político, es atravesado por los discursos sociales… “El poder se ha introducido en el cuerpo, se encuentra expuesto en el cuerpo mismo”…

El cuerpo, nuestro cuerpo, en acción, en atmosfera performatica tiene su memoria, nuestra memoria…pero… La memoria siempre es transitoria, notoriamente poco confiable, acosada por el fantasma del olvido; en pocas palabras: humana y social. En tanto memoria pública está sometida al cambio –político, generacional, individual-. No puede ser almacenada para siempre, ni puede ser asegurada a través de monumentos…

La acción performativa a través de sus lenguajes transmite, deja prendidas esas sensaciones… una ausencia, una negatividad, un nada-para-ver, invierte el valor conmemorativo al resemantizar los espacios emblemáticos del poder. En lugar de mostrar la presencia, el recuerdo que se perpetúa… el artista lo tiene en mira, puede evidenciar ese olvido, exhibir lo que no se quiere “ver”…mostrar la ausencia. Cuerpos, nombres, memoria y discursos perdidos, sin huella, borrados para siempre, ocupan el cuerpo de la artista, quien con su acción, puede llegar a  sugerir esta  frase: se ruega abrir los ojos para mirar la Ausencia.

“El siglo inventó la Ausencia como un objeto. Único objeto, en verdad,

verdadero objeto, objeto real. Contra él nos golpeamos en todos los rincones

del siglo. La Ausencia, el Gran Real. El Objeto del siglo. El Objeto nuevo.

Único objeto. Irreductible. El único objeto que no puede ni destruirse ni

olvidarse. El Objeto absoluto.” Wajcman

La modalidad de la performance, surgida en un contexto ideológico que cuestiona el mercantilismo, propone la abolición del arte objetual y ejerce una fuerte crítica social, cultural y política. La performance, que significa realizar o completar un proceso, es un lenguaje del cuerpo, democrático e inclusivo que procura la comunicación sin recurrir a la palabra como eje de la acción. Es una estrategia que manifiesta lo efímero de la obra produciendo, con rasgos tomados de las artes escénicas, un modo de acontecer de la experiencia estética como experiencia de comunidad. 

Según Diana Taylor (2006), a través de la “performance” se transmite la memoria colectiva:

“La performance se apoya siempre en un contexto específico para su

significado y funciona como un sistema histórico y culturalmente codificado.

Las imágenes articuladas adquieren su sentido sólo en un contexto cultural y

discursivo específico. Actúan en la transmisión de una memoria social

–extrayendo o transformando imágenes culturales comunes de un “archivo”

colectivo”. (Taylor 2006)

La Performance en su esencia es un significado colectivo que de cuya decodificación participa toda la comunidad.

“… la experiencia y la memoria individuales no

existen en sí, sino que se manifiestan y se tornan colectivas en el acto de compartir. O sea, la

experiencia individual construye comunidad en el acto narrativo compartido.” Elizabeth Jelin

 

Los elementos simbólicos que intervienen en una performance, lejos de congelar la memoria, intentan algo que parece imposible: rescatar la memoria induciendo al participante  a formar parte del ritual, a bajar la cabeza y reflexionar sobre la historia reciente. El carácter simbólico visible en las  acciones como metáfora de la fragilidad.

La performance de puede analizarse en el marco de la teoría del poder de Foucault (1977), quien afirma que: “…donde hay poder hay resistencia, y no obstante (o mejor: por lo mismo), ésta nunca está en posición de exterioridad respecto del poder.”

Desde esta teoría, no existe con respecto al poder, un lugar de rechazo, un foco de rebelión, sino más bien, varios puntos de resistencia presentes dentro del campo estratégico de las relaciones de poder.

 “Nos enfrentamos a puntos de resistencia móviles y transitorios, que

introducen en una sociedad líneas divisorias que se desplazan rompiendo

unidades y suscitando reagrupamientos, abriendo surcos en el interior de los

propios individuos, cortándolos en trozos y remodelándolos, trazando en ellos,

en su cuerpo y su alma, regiones irreducibles.” Foucault

 

La performance como una visibilizacion  de lo que falta, en un exhibir la ausencia de los cuerpos y los vacíos de memoria que tornan tenso ese espacio que percibimos como nuestra realidad.

Aunque se toma a las figuras dadaístas como las primeras en considerar el arte del performance como una disciplina integradora de las diversas entidades artísticas, la realidad es que el arte de performance primordial es el arte teatral, que se desarrolló, desde la antigua Grecia, pasando por la existencia de figuras como los “Scaramouche”, los bufones, los magos o ilusionistas o hasta los músicos. El performance como práctica es más viejo de lo que aparenta, pero es hasta 1916 en las inmediaciones del Cabaret Voltaire, que Tristan Tzala se comprometió con la idea dadaísta y, posteriormente, con el arte perfomativo como una forma de creación, protesta y expresividad, como un estandarte de la era moderna, que apenas estaba por comenzar.

Esto quiere decir, en una traducción, que las ideas dadaístas llegaron para enfrentarse a lo establecido, para ser disruptivas, para rehacer la alfombra bajo la cual los artistas deberían, de ahora en adelante y, si deseaban formar parte del movimiento.

Fue tras la declaratoria de las líneas que confinarían la actitud dadaista ante el arte, que otras formas, como el Bauhaus o el Futurismo ruso, dieron entrada, por ejemplo, al action painting, una práctica que perfeccionó el pintor…

El action painting, o pintura de acción, ha adquirido un sin fin de formas a lo largo del tiempo, pero una de las más representativas la llevó a cabo el afamado Jackson Pollock, quien llevó la práctica a los escenarios de las calles, museos y galerías, trayendo el arte del “salpicado” al mundo, para que muchos pudieran apreciarlo.

Así, el arte performativo se tornó en uno de los intereses más buscados del siglo XX y hasta nuestra fecha sigue surtiendo efecto.

En síntesis, convencidos de la necesidad de un contacto más estrecho entre el arte y la vida, y en su afán por contrarrestar las crecientes imposiciones mercantiles sobre la obra artística, algunos artistas plásticos de los inicios del siglo XX comenzaron a utilizar sus cuerpos como vehículo de sus concepciones estéticas. Las diferentes acciones han dado lugar a numerosas manifestaciones, cuyo común denominador ha sido la búsqueda de una relación más directa y espontánea con el espectador, a través de una exaltación del cuerpo, sus acciones y sus relaciones, en un espacio y tiempo específicos.

Esta manera de asumir la cultura en términos de performatividad se corresponde con unas prácticas artísticas que rehúyen en muchos casos la fijación material o incluso textual, y en las que más bien se plantean propuestas en términos de itinerarios, juegos o viajes a los que se invita al espectador/ participante a interactuar; se trata de obras concebidas como acontecimientos que no pueden ser comprados propiamente como “objetos de arte”, sino más bien usados, disfrutados, pensados.

La primera parte de este articulo mostro la mirada del adentro de lo peerformatico pero es necesario acentuar que en las artes plásticas el performance aparece como una manifestación del abandono de la “representatividad”, es decir, como un paso que se da en ellas desde la pintura gestual, y que surge como una búsqueda progresiva que pasa del action painting, al collage, y de este al ensamblaje y la instalación, y que con el performance -aparte de la inmersión tridimensional- busca el factor temporal y la incorporación del público en la obra de arte; es decir, se pretende una nueva formulación de la “obra total”; y la presentación de los actos espontáneos creativos o apropiacionistas que pretende acercar el arte a la vida.

Es por eso que la acentuación de la dimensión performativa de las artes también apareció asociada con el énfasis que los artistas comenzaron a poner en los procesos más que en los resultados y a la valoración de lo efímero frente a la obra estable. Como consecuencia de esto, a finales del siglo XX el arte en general va a ser performativo: inmediato, efímero, renunciando a los valores estéticos y técnicos y recogiendo la interdisciplinariedad, lo contextual o lo relacional aspectos ligados en principio al arte de acción.

La performance, el cuerpo, la memoria, “su” memoria , “su” olvido, cuerpo olvidado,  “su” lugar,  “su” espacio, el objeto y el cuerpo, el cuerpo/objeto, el proceso que reacciona sobre el producto de consumo… la identidad, “su” identidad, la diversidad de lo que aparenta ser igual, la otra mirada, el otro ojo, mirar para abrir…

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