Por el Téc. Univ. Gustavo Chiriff / 1001- Frente Amplio
“Los despojados, los humillados, los malditos tienen, ellos sí, en sus manos la tarea. La causa nacional latinoamericana es, ante todo, una causa social. Se abren tiempos de rebelión y de cambio. Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las conciencias de los hombres”. Eduardo Galeano
En Las Venas Abiertas de América Latina, Galeano narra la historia de la explotación de este continente, donde desangra sus riquezas desde el siglo XV hasta la actualidad. Una investigación periodística, que recaba datos históricos con antropología, mitos, realidades y sabiduría popular, en una narrativa que lleva al lector a descubrir el proceso de colonización y como las grandes potencias se fueron adueñando en forma sistemática de los recursos de este continente.
Las principales riquezas naturales de nuestra región se convirtieron en commodities: plata, oro, petróleo, algodón, café, frutas, azúcar, que sentó las bases para el capitalismo dependiente que se desarrolló luego en los países latinoamericanos.
Galeano se refería a lo que se suele llamar “la maldición de las materias primas” en el sentido que despertaban la avaricia colonialista y un saqueo implacable a lo largo de siglos de los recursos naturales, primero por las potencias coloniales y luego las multinacionales.
Los gobiernos de izquierda en América Latina comprendieron que era necesario “nacionalizar” esos recursos y utilizar los ingresos para redistribuir la renta, lo que permitió haber sacado a millones de la pobreza. Pero no fue suficiente para salir de la dependencia de la exportación de materias primas y por tanto permitieron sobrevaloraciones de sus divisas y cuando terminó el súper ciclo de precios altos de las materias primas, vieron tambalear su economía.
Hoy si bien la dependencia en materias primas sigue existiendo, aparece detrás de la pandemia por COVID, una nueva modalidad de dependencia económica con los países poderosos, para lograr “salud para todos”, o que las vacunas son “un bien público universal”, este modelo neoliberal de vacunación representa un enorme negocio económico y un modelo geopolítico en el que los gobiernos de los países ricos han acaparado masivamente vacunas. Por ejemplo, tras aprobarse las tres primeras vacunas, el 85% quedó en manos de Canadá, EE.UU. y otros países ricos que reservaron muchas más vacunas de las necesarias para proteger a su población. Entretanto, la distribución caritativa de un pequeño porcentaje mediante el Fondo de Acceso Global para Vacunas COVID-19 (COVAX) de la OMS, no ha servido más que para encubrir cómo funciona un sistema mercantil y neocolonial que en las actuales condiciones sólo permitiría vacunar a toda la población mundial como muy pronto a finales de 2022. Es macabro la mercantilización de la salud y sus consecuencias, que hacen que probablemente el coronavirus permanezca con nosotros mucho tiempo y que sigan surgiendo nuevas variantes que alarguen, compliquen o incluso empeoren la evolución de la pandemia. La propia OMS reconoce que en apenas cinco meses de 2021 se han registrado más casos y muertes por covid-19 que en todo el año 2020.
El capitalismo neoliberal no sólo es un sistema incompatible con el bienestar y salud de la población mundial, sino que es perverso por su lógica mercantil y el de obtener ganancias a cualquier costo, es incapaz de prevenir a mediano o largo plazo la crisis pandémica o la emergencia climática.
Hace 50 años atrás, Galeano no hubiera imaginado al escribir Las Venas Abiertas de América Latina, que hoy en respirador artificial, la región lucha, por su supervivencia económica, sanitaria y social. Mientras que en EE. UU, algunos países de Europa y Asia, grandes multinacionales de la salud, incrementan su ganancia en forma desmedida, en este rincón, las venas de América Latina están más abiertas que nunca.