El gobierno actual y muy particularmente su Ministerio del Interior, son propensos a difundir rápidamente números que serían demostrativos, en este caso, de la disminución sustantiva de los delitos. Simultáneamente, “sin solución de continuidad” como les gusta decir a ciertos relatores deportivos, infieren de esos números que el “éxito” es consecuencia directa del nuevo accionar policial y de la aplicación de la LUC. Cualquier estudiante promedio de bachillerato sabe de sus cursos de Lógica y/o Matemática que, afirmaciones del tipo “Si ocurre A, entonces debe ocurrir B”, debe sostenerse con una demostración aceptable. Pero para nuestra derecha vernácula, simplista y copiona de otras, nada de esto es necesario. Les basta con tener canales, radios y diarios que se lo repitan profusamente. Vemos así un manejo muy ligero de números parciales sin tener en cuenta el contexto, comparaciones convenientes y descartando otras comparaciones que pueden mostrar realidades diferentes. Para la derecha multicolor no tiene ninguna incidencia la pandemia, pero si miraran algunos “otros” números se enterarían que en todo el mundo, particularmente en nuestra América Latina, disminuyeron significativamente los delitos en este período. Con una visión más amplia y mejor lectura de los números podrían “ver” que, en el último semestre donde aumentó sin normalizarse del todo la movilidad, creció el número de delitos (más homicidios, más feminicidios, más violencia doméstica). Tampoco se molestan en mostrar que artículo de la LUC (su aplicación) implicaría la disminución de que delito. Parece una cosa mágica, como mágica parece ser la influencia de la LUC en otros países y antes de ser aprobada. La realidad muestra que, esta prédica constante de “que todo estaba mal en seguridad y que todo era culpa del Frente Amplio”, les sirvió para ganar una elección, pero no para resolver, ahora que son gobierno, los problemas de la gente. Los problemas de seguridad continúan, más allá de numerito más o numerito menos.
Abordaremos ahora otras situaciones que muestran un grado preocupante de intolerancia, incitación al odio e intento de generar miedo, todo con el fin de lograr apoyos para mantener la LUC. Una de ellas fue la publicación en un diario de un aviso pago convocando a votar NO, apelando a argumentos exportados de la “guerra fría” (guerra que la mayoría de las generaciones actuales no vivieron obviamente). El viejo “anticomunismo” vive y lucha parece. Esta publicación recibió una rápida y contundente respuesta por parte de la Comisión por el SI: “Lamentamos que quienes están en campaña por defender tan nefasta ley…elijan el camino del destrato y del agravio, lejos del debate de ideas acerca de los contenidos de la ley…No estamos dispuestos a dar la batalla en ese terreno…No elegiremos el camino del agravio ni de la mentira…”. Otra reciente situación de este tipo fue la censura por parte de la Dirección Nacional de Deportes, al uso de una camiseta color rosa con la leyenda “Viva la Educación Pública”. Dicha malla iba a ser entregada a la “más combativa” de las ciclistas en una competencia de este deporte y contenía los logos de FENAPES y AFUTU (sindicatos docentes de Secundaria y UTU). Para las respectivas autoridades esto era “Hacer política con el deporte”
(¿?). No les gustó y por lo tanto la prohibieron. ¿Qué significa esto? ¿Defender la Educación Pública está mal? ¿Se puede inferir de eso que los defensores de la LUC son entonces promotores de introducir lógicas de mercado, privatizadoras, en nuestra Educación? Los actos de intolerancia (también fueron de este tipo, el prohibir uso de la cadena de medios para promover la recolección de firmas y el no permitir aplazar fecha de entrega) nada ayudan a consolidar la vida democrática en nuestro país.
Por Daniel Dalmao