Llega a Salto la película uruguaya “Chico ventana también quisiera tener un submarino”

Luego de un extenso recorrido por festivales, llega a Salto el film “Chico ventana también quisiera tener un submarino”, opera prima del director uruguayo Alex Piperno. La película es protagonizada por el argentino Daniel Quiroga y la salteña Inés Bortagaray. Se trata de una coproducción entre Uruguay, Argentina, Brasil, Holanda y Filipinas, que tuvo su premiere internacional en el Festival Internacional de Cine de Berlín, donde recibió el Tagesspiegel Award.

La función en Salto será el viernes 10 de setiembre a las 19.30 horas, en el Aula Magna del Cenur Litoral Norte (Rivera esquina Misiones). La proyección contará con la presencia del director y luego de la función habrá una instancia de charla e intercambio con él.

En un crucero que recorre las costas patagónicas, un marinero descubre un portal mágico que conduce al departamento de una mujer en Montevideo. Mientras tanto, un grupo de campesinos se topan con una aterradora cabaña de concreto cerca de su pueblo en Filipinas. Dos historias se entretejen en un laberinto cinematográfico en donde las personas se encuentran y se pierden a sí mismas. En algún lugar entre las oscuras salas de máquinas y las salas de estar de clase media, entre el mar y la jungla, las personas se observan con curiosidad, escepticismo y ansiedad.

Alex Piperno (1985, Montevideo) es egresado de la Universidad del Cine de Buenos Aires. Dirigió y produjo numerosos cortometrajes que fueron exhibidos en festivales internacionales como Cannes, Bafici, Huesca y Nueva York, entre otros. Su opera prima “Chico ventana también quisiera tener un submarino” (2020), estrenada en el Berlinale Forum, se encuentra realizando un recorrido en festivales internacionales y es considerada como una de las 25 mejores películas latinoamericanas del año por Cinema Tropical.

FRONTERA DE INFINITOS LUGARES

“Como uruguayo que reside en Argentina cruzo a Montevideo con frecuencia, casi siempre en barco, en un viaje que dura tres horas. Es un pasaje entre dos posibilidades de mundo que mantengo en paralelo; las cosas que la gente sabe de mí en Buenos Aires no las sabe en Montevideo y viceversa. Esto, al menos al principio, solía generarme un sentimiento extraño de libertad y de poder, que era el de no pertenecer a ningún lado. El barco funcionaba como un intervalo entre estos dos mundos posibles: la frontera de dos lugares que no se tocan; pero también, la frontera de infinitos lugares que podrían tocarse. Descubrí que el barco era un dispositivo de puertas secretas que llevaban a distintos lugares que eran lejanos y contiguos a la vez. Una zona indeterminada, fantástica. La película captura ese primer momento de gracia: la irrupción de las puertas como una alternativa hacia otra realidad posible antes de que esa realidad pueda ser regulada. La posibilidad momentánea de no pertenecer a ningún lado y de constatar que infinitos lugares pueden tocarse. Los personajes de la película son tentados por esta posibilidad y abandonan sus modos de vida a favor de un encuentro con lo desconocido..”, ha escrito Alex Piperno.

 

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