Transparencia, honestidad y responsabilidad (Convocatoria Seregnista Progresistas)

Transparencia, honestidad y responsabilidad (Convocatoria Seregnista Progresistas)

Dicho así parecen expresiones de deseo pero es lo que los seregnistas le exigimos al próximo gobierno.

Venimos del período de gobierno más turbio de las últimas décadas, casos de corrupción que eran opacados únicamente porque aparecían otros nuevos. Entregas de pasaportes, encubrimientos, tráfico de influencias, acomodos a granel, abusos lindando lo obsceno con horas extras, espionaje a Senadores, flexibilización para las tabacaleras, etc. Hay algunos presos, pero otros han zafado o los condenaron a tareas comunitarias, quizá limpiar algún día alguna plaza.

Se termina un gobierno que asumió con promesas que nunca cumplió y que parece nunca tuvo interés de cumplirlo. Ejemplos en todo el espectro, desde los 136 liceos nuevos y las 50.000 viviendas hasta la de no subir la edad jubilatoria, todo fue una burda mentira.

Aun retumba en nuestros oídos el discurso de Lacalle Pou con vos ronca prometiendo que si las cosas salían mal él se iba a hacer cargo, cosa que nunca hizo. No se hizo cargo de los excesos y abusos en Salto Grande, ni siquiera luego que la unanimidad de la Cámara de Diputados lo pidiera. Sin dudas que faltó responsabilidad y no estuvo a la altura de la expectativa que había generado en sus votantes.

En estos momentos, los uruguayos reclamamos transparencia, honestidad, pero también responsabilidad, que implica ni más ni menos que el hacerse cargo.

Se termina un gobierno que asumió prometiendo transparencia y hacerse cargo, pero no cumplió. El cambio se hace necesario.

El viernes veíamos como la Universidad de la República entregaba el título de Doctor Honoris Causa a James A. Robinson, reciente ganador del Premio Nobel en Economía 2024, cuya investigación se ha centrado en el análisis de cómo la calidad de las instituciones influye en la prosperidad de las naciones y en el desarrollo económico de largo plazo. Demuestra que la calidad institucional es imprescindible.

No es posible construir una institucionalidad que impulse el desarrollo si transparencia, honestidad y responsabilidad están ausentes.

Un gobierno que se vanaglorió que estaba atendiendo a los (como ellos mismos lo decían) “malla oro”, que así llegaría crecimiento y derrame. El Presidente y el gobierno sabían a ciencia cierta que dejaban de lado al 95% de los compatriotas que vieron sus ingresos disminuidos; los antecedentes a nivel mundial lo demuestran.

Priorizar a los más favorecidos, a pesar de auto percibirse como “defensores de las leyes” no les impidió flexibilizarlas o dejar de aplicarlas cuando fuera necesario. El ejemplo de las tabacaleras o el del siga-siga con el Senador Sartori y las declaraciones juradas.

Esa falta de responsabilidad se vio en Salto con una inmensidad de grandes anuncios que nunca pudieron superar los titulares de los diarios y convertirse en realidad. Navegación en el río Uruguay y en el lago, puertos de barcazas, hub logísticos, free shop, cannabis medicinal, regularización de los asentamientos “Nueva Esperanza” y “la Amarilla”, etc., etc. con lo que eso significa en expectativas que se convierten en nuevas frustraciones de miles de salteños. La realidad es que no hay ninguna obra de este gobierno en Salto que supere lo que está costando en sueldos los ingresos a dedo en Salto Grande.

Se aumentó sin mucho criterio el gasto de los dineros públicos, que aumentó la incidencia de la deuda externa en el PBI, el déficit fiscal y que además exageró de los mecanismos de financiamiento como fideicomisos a pagar en los próximos años que no se contabilizan como deuda hasta el momento en que hay que pagarlos.

Con estos “descuidos” en el aumento de gastos cuestionables como la compra de los obsoletos aviones Hércules o de unos barcos militares a fabricantes de barcos de pesca este gobierno estuvo más cerca de fomentar el despilfarro que de intentar al menos la construcción de una institucionalidad sólida. Parecería que no les importó porque ni siquiera lo intentaron. La plata no era de ellos y la manejaron con desidia y poco apego sin la austeridad que el país requiere.

Pero además, vuelve a aparecer la promesa fácil, cuando en las últimas horas de la campaña electoral, en una actitud que suena desesperada, el candidato del gobierno plantea cosas que el propio gobierno no hizo o trancó, como el aumento a jubilados o la eliminación de los asentamientos irregulares, están reconociendo que nunca les importó ni cuanto ganaban los jubilados o solucionar los problemas de hábitat y vivienda de miles de compatriotas, estos últimos seguramente los más pobres desde el punto de vista material. La historia reciente nos dice que vuelven a mentirnos, tenemos derecho a no creerles.

Sin dudas que los uruguayos queremos un cambio en la forma de gestionar el Estado, que implique una mejora de la institucionalidad y esta debe ser con transparencia, honestidad y responsabilidad. Queremos un gobierno que sea responsable en lo que propone y que vaya por el camino que propuso. Frente a un gobierno que prometió y no cumplió. El cambio se hace urgente.

Por eso el próximo domingo votamos a Yamandú Orsi y Carolina Cosse.

 

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