Ingleses en Salto II

Por George Ashby

EL “TEMPLO INGLÉS SALTEÑO”

Es imposible explicar la historia del edificio del “Templo Inglés” de la calle República Argentina, sin antes  poner en contexto su origen desde un punto de vista religioso y por quienes y para qué  fue construido.  Va de la mano con la historia del Templo,  el Cementerio Inglés,  ubicado en el barrio “Salto Nuevo”.

La Iglesia Anglicana,  ¿es Protestante?   Para comprender la arquitectura del edificio y cómo está adornado su interior, debemos aclarar brevemente la historia del anglicanismo.

Cuando lo romanos (y la Iglesia Católica Romana) llegaron a las Islas Británicas entre los años 500 y 600, se encontraron que allí ya había una Iglesia. Esta fue la época del Papa Gregorio I. Este envió a San Agustín a llevar el Evangelio a las islas. Agustín, quien posteriormente llegó a ser Arzobispo de Canterbury, se presentó a los Obispos Anglicanos como enviado de Papa. La autoridad papal fue aceptada pero la Iglesia Anglicana no perdió sus  características, resultantes de los primeros misioneros sobre cuyo origen no hay certezas. Este desarrollo  autonómico se explica en gran parte por el aislamiento geográfico del continente europeo.  A medida que la Iglesia Romana crecía en poder se empieza a sentir la inestabilidad política y religiosa fruto de la corrupción, además de la ambición de los reyes para aumentar el control de sus respectivos dominios. Enrique VIII, en el siglo XVI, más allá de querer una anulación de su matrimonio,  cosa concedida por distintos Papas a otros reyes y a él negado por motivos políticos, quería un hijo varón, por motivos de sucesión. Enrique no era favorable con la reforma protestante de la época (calvinismo), pero se desvinculó de Roma poniéndose al frente de la Iglesia de Inglaterra, lo que en alguna medida lo puso en la vereda de enfrente. Posteriormente, Isabel I, entre los años 1550 y 1600 llevó a cabo una reforma política, económica y religiosa, con la difícil tarea de unificar la Iglesia de Inglaterra, donde había quienes profesaban el catolicismo romano y otros más reformistas, para lo que logró la plena autonomía de la  tutela del Papa.  Se llega a un acuerdo respetando las diferentes formas de vivir la Fe, con la base común de la Biblia, la tradición y la razón. Esta nueva orientación respetaría un principio que hasta el presente es visible, unidad en la diversidad. Por esta razón, la Iglesia Anglicana es ecuménica. La Iglesia Metodista surgió de un sector más “protestante” del anglicanismo, a pesar de lo cual, la relación entre ambas comunidades es muy firme, incluso en Salto.

Lo dicho anteriormente, obviamente no pretende ser un análisis histórico profundo, no es el objeto de este artículo, simplemente lo que se pretende es explicar las distintas formas del anglicanismo actual, que se marcan según las costumbres de cada lugar y la tolerancia respecto a costumbres y filosofía entre ellas, siempre dentro de los parámetros señalados. Así es posible ver que hay un amplio abanico de prácticas y ritos que van de ordenación de monjas y curas que practican la castidad, monjes y hasta curas padres de familia y/o pastores de ambos sexos. En Estados Unidos, la Iglesia toma el nombre de “Iglesia Episcopal” y tuve oportunidad de visitar a muchas de ellas. Realmente me encontré con la diversidad. En julio de 1992, acompañé al párroco anglicano de Salto a realizar una visita a más de 20 parroquias en los alrededores de Washington D.C. para ayudarlo con el idioma. Asistimos a misas muy estilo católico, otras de tipo carismático, otras muy sencillas más estilo “protestante”. En general las iglesias en las cuales el cura era de nacionalidad inglesa, las misas tendían al catolicismo. Por el contrario, las misas celebradas por estadounidenses se presentaban como adheridas a la Reforma.

En lo que concierne a la Diócesis de la Iglesia Anglicana del Uruguay, la que recién se formó en 1987, siendo la Catedral el “Templo Inglés” ubicado en la Ciudad Vieja de Montevideo, se define como Iglesia Católica (entendiendo como sinónimo de “universal” a la palabra “católica”), por supuesto bajo la égida de la Corona de Inglaterra, siendo su principal autoridad eclesiástica el Arzobispo de Canterbury.

Con los breves antecedentes antes señalados, se podrá comprender más el estilo del edificio de la calle República Argentina,  cómo está adornado y porqué, que es nuestro tema central. Antes que nada, quiero aclarar la orientación del edificio. Parece raro que lo hayan construido paralelo a la calle República Argentina, en vez del tradicional formato con la puerta principal a la calle. Sucede que siendo una construcción muy antigua,  daba frente a la hoy calle Uruguay, con un amplio terreno baldío de acceso.

El edificio, así como el terreno donde se asienta y el Cementerio Inglés, fueron donados por el Señor Ricardo A. Williams en el año 1870, “bajo la indispensable condición de que dicha congregación ha de destinarla precisa e indispensablemente para Templo al que concurran todos los protestantes que quieran adorar a Dios Todo Poderoso, según la liturgia de la Iglesia Protestante Episcopal de Inglaterra”. En esa época, existía en Salto una numerosa comunidad inglesa, radicados aquí por los astilleros y ferrocarril. Por consiguiente el Templo y las ceremonias religiosas tenían por fin atender a los ingleses (Capellanía). El pueblo salteño en general no participaba por cuestiones de idiosincrasia y por ser los cultos en idioma inglés. A medida que se iban cerrando los emprendimientos ingleses en Salto, estatizados los ferrocarriles y astilleros, la comunidad británica fue lentamente desapareciendo, y la actividad del Templo, al no contar con feligreses locales, también. Por esta razón el Templo no tuvo mayor actividad durante muchos años, quedando como perdido en el tiempo.

Mis abuelos, Walter Stanley Rawlins y Renee Osmond Rawlins, luego mi madre, Beryl Rawlins Ashby y por último yo, tuvimos a cargo las llaves y el cuidado del Templo y Cementerio, realizando además los asientos en los libros de bautismo y defunción de los residentes ingleses que quedaban y sus descendientes. A tales efectos, por ese entonces se dependía de la Diócesis de Buenos Aires. Cada 6 meses venía un cura argentino a celebrar una misa. No era un viaje fácil, no existía el Complejo Zárate – Brazo Largo, y por supuesto por último la lancha proveniente de Concordia era la última etapa del viaje. Era un día especial para mi familia. Recibir al cura en el puerto, preparar la Iglesia para el culto (los enseres se guardaban en mi casa), pasar a buscar a los feligreses uno por uno, todos descendientes de ingleses de avanzada edad, salvo excepciones  (el meteorólogo Nicolás Ferrari era uno de ellos). Luego agasajar al cura, almuerzo formal, merecida siesta para todos y finalmente llevarlo a tomar la última lancha de vuelta a Concordia.  Para todos, especialmente para él, agotador. Todos  ellos a quienes tuve oportunidad de conocer, eran personas abnegadas y con gran vocación de servicio.  Esta actividad se llevó a cabo hasta la formalización de la Diócesis del Uruguay en 1987, en que se pasó a depender de ella y por primera vez desde que se recuerde, hubo un cura residente en Salto y se construyó en el mismo Templo, la Casa Pastoral.  Obviamente  desde entonces, los cultos son en español y  la comunidad pasó a ser de amplio espectro social, cambiando totalmente su propósito original. El Templo se bautizó (o rebautizó) con el nombre de “Parroquia San Lucas”. Sobre el pórtico que da a la calle, usando una técnica aplicada en pocos edificios de Salto, el Prof. Eduardo Lorenzo, a nuestro pedido y sin nada a cambio, estampó el nombre de la parroquia.  En los pórticos, tanto del Templo como del Cementerio, lucían a lo alto, en los costados, las mismas pirámides simbólicas  identificadoras. Las del Templo fueron removidas por causas que desconozco.

El edificio, mantiene en sus paredes todas esas vivencias. Si bien fue refaccionado, se cuidó la preservación de su historia.  En la ilustración adjunta, se aprecia el cielorraso original de madera, que cubre todo el salón principal sin sostén alguno, cosa poco común y de compleja construcción.  En el centro del salón, colgaba de ella la primera bombita (que era enorme) de luz eléctrica que hubo en Salto. La compañía eléctrica  por ese entonces era inglesa y el contador número 1 de consumo estaba a la entrada.

El altar original se conserva como adorno y está realizado totalmente en madera dura tallada. Arriba del mismo, cuelga una pieza muy antigua de madera y pizarra dividida en dos, con los diez mandamientos  en inglés de un lado y en español del otro. Como en el anglicanismo no se adoran imágenes ni hay esculturas o esfinges, lo que lo diferencia claramente de la iglesia de Roma, pueden aparecer íconos en sus paredes, como hay en San Lucas, cosa que no ocurre en las iglesias protestantes propiamente dichas.

El Templo es uno de los edificios más antiguos y menos conocidos de Salto.  No por menos conocido, deja de marcar una huella indeleble de la presencia inglesa, sus costumbres y su legado a nuestra ciudad .

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *